Me faltan estrellas para contar, paisajes para disfrutar, algo importante de lo que hablar... Cuando te sientes vacía por dentro, no tienes nada por lo que reír ni nada por lo que llorar. Sólo te quedas sentada en una silla, con la expresión ausente, escaneando tu pasado con la intención de recordar cómo llegaste a esta situación tan triste y penosa. Y es en ese justo momento cuando de tus brumosos recuerdos aparece una luz que te indica lo que estabas buscando y que quizás no deberías haber recordado. Aparece ÉL. Ahí es cuando percibes que es mejor quedarte sentada en la silla, medio ausente, sola y triste; antes que revivir ese dolor que en su momento te rompió el corazón y si no consigues ocultar tras una cortina de humo, no olvidarás nunca.
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